Fue en Colorado (EE.UU.) donde, apadrinado por el Departamento del Agua de Denver, y por un prolongado periodo de sequía que el Sudoeste de los Estados Unidos sufriera a finales de los 70, nació en 1981 el término “xeriscape”, para designar a una jardinería, o más exactamente a unos modos jardineros, capaces de optimizar un recurso escaso y fundamental: el agua.
Pérgola con glicinias y macetas de aspidistras: la exuberancia no está prohibida en xerojardinería
Etimológicamente proviene del griego (xero; seco) y del inglés (landscape; paisaje), y aunque es de agradecer a la lengua inglesa su capacidad para acuñar conceptos definitorios, precisos y breves, no estaba descubriendo, en cuanto a técnicas, nada revolucionario. Sin embargo sí era muy oportuno, y antes o después inevitable, avivar un debate para concienciar a todos los sectores implicados de la necesidad de ahorro de un bien , el agua, cada vez más preciado, en aplicaciones como la jardinería, donde el riego es poco o muy poco necesario si se plantea desde el punto de vista adecuado.
¿no es esta imagen demasiado habitual?
En abril de 1991 la revista Horticultura publicaba el artículo de Silvia Bures «El Xeriscape, un nuevo concepto de jardinería» y con ello daba la entrada a la Xerojardinería en España. El término «Xerojardinería» fue acuñado en 1993, con la publicación por Ediciones de Horticultura de un libro con este nombre, en la serie Compendios de Horticultura. Posteriormente, muestra de que no se trataba de ninguna moda coyuntural, ni de un concepto estético, los postulados de esta forma de entender la jardinería, se asentarían con más trabajos y publicaciones, adaptándose a la realidad española en lo que no era más, en esencia, que una mirada atrás, a una historia que mana del jardín árabe: la jardinería mediterránea, basada en el cultivo de plantas capaces de presentar un óptimo crecimiento y valor ornamental asociado a un bajo consumo hídrico. La Xerojardinería implica así una pauta de comportamiento y un concepto de diseño, para crear espacios verdes de alta calidad paisajista a los que se les aplica el conocimiento mas avanzado de todos los aspectos fisiológicos, agronómicos y técnicos.
En palabras de Silvia Burés: La xerojardinería no es una técnica de difícil implantación; muchas veces bastará un poco de sentido común que nos permitirá establecer un balance entre los recursos disponibles y las necesidades a satisfacer.
Este tipo de jardinería se fundamenta en aspectos eco-fisiológicos básicos que vamos a resumir en cuatro principios:
1. Elección racional de las especies vegetales.
2. Reducción de zonas de pradera y selección de las cespitosas más adecuadas.
3. Sistema de riego eficiente y economizador de agua.
4. Técnicas reductoras de la evapotranspiración: mulching y otras cubiertas del suelo.
Principios que son simples y, junto a una planificación, diseño y mantenimiento adecuados, fácilmente aplicables. Y perfectamente válidos para composiciones vegetales con fina textura, y sensación de frescor, no se trata de crear jardines como si fueran desiertos, ni de hacer desaparecer el césped. Desgraciadamente, y a pesar de que son principios que ya han calado (relativamente) en la jardinería pública, aún hay muchos sectores implicados (productores de plantas, empresas de mantenimiento, y sobre todo usuarios), que aún son poco permeables al cambio de mentalidad, con lo que no terminan de asentarse sus pautas de aplicación, ni se hacen evidentes los beneficios medioambientales y estéticos que generaría su aceptación generalizada.
1. Elección racional de las especies vegetales.
Una elección racional de las especies vegetales que vayamos a utilizar el jardín es el elemento primordial si queremos que dicho espacio sea economizador de agua.
Santolina chamaecyparissus
En los últimos años se han puesto de moda las plantas autóctonas por ser capaces de soportar períodos de sequía sin sufrir daño alguno, lo que es muy elogiable. El problema viene al producirse una continua repetición de las mismas especies como lavanda, romero, santolina, olivo.. lo que ha provocado una monotonía en estos jardines; repetición que, de alguna manera, ha provocado más uniformidad que un cambio de tendencias.Y la península Ibérica es una región muy rica en especies vegetales a diferencia de otros países de Europa y son muy numerosas las plantas que se pueden utilizar en jardinería, muchas de ellas con altos valores estéticos (Cistus, Syringa, Cytisus, Chamaerops, etc.).
Alyssum saxatile
La mayoría de estas plantas resistentes a la sequía (pueden consultarse en la abundante bibliografía existente) presentan unos rasgos fisiológicos que nos descubren su capacidad de soportar periodos más o menos largos carentes agua gracias a unas pequeñas adaptaciones:
– Reducción de la superficie foliar, que evita un exceso de evapotranspiración.
– Recubrimientos céreos o tomentosos que dan al follaje un color claro (gris) que refleja la luz del sol. Esta medida evita un recalentamiento de la superficie foliar y, por tanto, una reducción de la transpiración.
– Existen otras series de adaptaciones que son menos perceptibles (desarrollo de la rizosfera o sistema radicular) o que son poco comunes en la Península Ibérica (tejidos acumuladores de agua).
Entendiendo que el jardín es un espacio artificial, no debemos rechazar incorporar algunas especies alóctonas capaces de soportar igualmente esta carencia hídrica, que pueden servir de agradable contraste y aportarían cierta originalidad al jardín. EL problema es que la oferta de viveros es reducida con lo que al final, sobre todo los particulares, recurren a un conjunto de alternativas pequeño (Lagerstroemia indica, Aloe sp., Berberis sp., Trachycarpus fortunei, etc).
De especial importancia en la jardinería mediterránea son sin duda las especies tapizantes o cobertoras. Protegen al suelo de la erosión ocasionada por lluvias y vientos al presentar un hábito rastrero, formando un entramado de raíces que permite una sujeción adecuada del terreno; reducen la evapotranspiración del agua del suelo, con lo que disminuye la dotación de riego, cumpliendo la labor secundaria (estética) de ocultar el sistema de riego por goteo; limitan la aparición de malas hierbas, lo que reduce considerablemente el mantenimiento del jardín; y sustituyen zonas de pradera.
cobertoras en lugar de césped
Presentan el lógico inconveniente de restar practicidad a la superficie que ocupan, al contrario que un césped, pero ese es uno de los factores más importantes en el cambio de mentalidad que conlleva la implantación de un xerojardín: la sustitución de pradera por cobertoras en los espacios que realmente no se transitan, ni se ocupan de continuo, permite ajardinamientos en volumen, de mayor colorido y diversidad, con lo que la calidad final del jardín se incrementa notablemente
Finalmente, unas breves consideraciones:
– Elección de diversas especies: es mejor plantar un número razonablemente variado de especies para evitar problemas monoespecíficos de plagas y enfermedades.
– Compra o producción de material de calidad: es necesario conocer en que condiciones están las plantas que se compran o se van a servir.
– Densidad de la plantaciones: con el exceso de plantas por metro lineal se incrementa el coste de plantación y mantenimiento.
– Endurecimiento de la planta: la tolerancia a la sequía no es simplemente una característica genética. Muchas especies con un riego abundante, dejan de ser tolerantes a la sequía.
– Plantación en la época adecuada: la plantación de las especies en la época adecuada favorece el desarrollo radicular y crecimiento vegetativo.
– Heladas: en amplias zonas de nuestra península las heladas fuertes y prolongadas, propias de las regiones del interior, son limitantes para muchas especies tolerantes a la falta de agua, particularmente las de hojas carnosas, e impiden su utilización
2. Reducción de las zonas de pradera. Cespitosas más adecuadas
El césped es uno de los elementos más clásicos en jardinería y la xerojardinería no está en contra de las praderas de gramíneas, pero sí limita la superficie de los céspedes por ser los mayores consumidores de agua del jardín. El césped «tradicional», mezcla de Lolium perenne, o Festuca rubra, con Poa pratensis y Agrostis stolonífera, con grandes necesidades hídricas, puede ser sustituido por céspedes más rústicos, con mezclas de más especies y nuevas variedades (ya existentes en el mercado) de gran resistencia a la sequía así como de un bajo mantenimiento, sin que pierda su indudable valor estético y funcional. Estas praderas se deberán utilizar únicamente en zonas de mayor uso del jardín por soportar muy bien el pisoteo continuado sin que por ello presente deterioro alguno, o en espacios pequeños y geométricos como elemento de composición.
Para instalar un césped en un jardín con bajo consumo de agua, es necesario seleccionar especies teniendo en cuenta la variedad, localización, uso y demanda de agua por evaporación y emplear prácticas culturales adecuadas, encaminadas a mantener la superficie cespitosa lo mejor posible bajo esas condiciones. Estas son seleccionadas tanto por la cualidad, ya seavisual (densidad, textura, uniformidad, y color) o funcional (rigidez, elasticidad, resistencias varias, producción, enraizamiento y capacidad de recuperación) como por la adaptación al clima.
Las especies cespitosas más indicadas para zonas secas y calurosas son Cynodon dactilon (grama), y Festuca arundinacea. La primera, de apariencia algo basta y un verde apagado pero de fácil reproducción por estolones, soporta bien la sequía y las altas temperaturas, y ya existen variedades híbridas en el mercado de gran finura de hoja sin apenas pérdida de cualidades funcionales. La segunda, de gran rusticidad y resistencia al pisoteo, soporta igualmente fríos y calores extremos, y posee un sistema radicular profundo que le confiere gran resistencia a la sequía. Al igual que con Cynodon, las nuevas variedades ofrecen una óptima relación calidad estética-resistencia. A la inversa, nuevas variedades de la tradicional Lolium perenne, presentan un crecimiento más lento, y una hoja más fina, con lo que se reduce la evapotranspiración y en consecuencia la demanda de riego.
En cuanto a las labores de mantenimiento que posibilitan minimizar el consumo de agua de los céspedes, debe subrayarse primeramente la necesidad del abonado equilibrado y correcto; sin aportes excesivos y de calidad. De forma mecánica se tiende a sobreabonar con Nitrógeno, lo que estimula un crecimiento rápido, que demanda agua, y reduce la profundidad y extensión del sistema radicular, con la consiguiente pérdidad de vigor. Los abonos de liberación lenta son los más aconsejables.
En segundo lugar las siegas deben realizarse a alturas medias (8-10 cm, como referencia pero varía según las mezclas seleccionadas), pues a mayores alturas se ofrece demasiada superficie de evapotranspiración, y a menores se incrementa la frecuencia de las mismas, y la insolación directa del suelo, lo que tampoco es aconsejable.
Es importante conseguir una eficiencia en el riego. Para ello, contemplar la ET, la utilización de aparatos medidores de humedad (sensores de humedad y aparatos de evaporación) y de la uniformidad del riego y el correcto mantenimiento de la instalación son muy recomentables y pueden reducir los consumos de agua en un 30-40%, sin reducir la calidad del césped. Por otra parte céspedes regados a un nivel levemente deficitario, pueden ahorrar del 25 al 30% del agua aplicada con un riego óptimo; es una opción que puede, o no, hacer perder calidad visual, pero asegura cierta uniformidad y la supervivencia del césped.
En cuanto a los suelos, se desaconseja totalmente establecer un césped en suelos arenosos o franco arenosos, cuya baja capacidad de retención implica la obligatoriedad de riegos abundantes y frecuentes; y en consecuencia céspedes sin un buen sistema radicular y más sensibles a la sequía.
3. Sistema de riego eficiente y economizador de agua.
El mantenimiento de jardines en casas privadas, edificios industriales, parques, colegios y zonas de recreo exige un agua de riego estacional que representa 40% del agua total urbana utilizada.
Las técnicas de riego en la Xerojardinería posibilitan reducciones de consumo por planta de un 30% en instalaciones para jardines ya implantados (que ya tienen una dinámica de consumo) y de hasta un 50% en los de nueva creación, en comparación con lo que demandarían las mismas especies regadas por manguera o aspersión.
A pesar de que en un primer momento, el sector empresarial contó con bastantes escépticos, las grandes compañías de riego por aspersión también han descubierto la Xeroirrigación y consideran el importante movimiento de mercado que se avecina cuando la utilización de las aguas residuales se extienda y sea una práctica habitual.
El sistema de riego es el riego a pie de planta o riego por goteo. Este se basa en el aporte de agua al suelo de manera puntual, gota a gota, gracias a un serpentín en cada gotero, que regula el caudal del agua aportando aproximadamente 4 litros/hora, aunque los hay capaces de regular con bastante precisión otros caudales. Si este sistema de riego ahorra entre 35% a 50% de agua en comparación con el consumo normal de un riego por aspersión, se debe a que humedece únicamente la parte del terreno ocupada por las plantas permitiendo: un mayor aprovechamiento de agua; gran facilidad en la dosificación del riego necesario para cada planta; y una menor aparición de malas hierbas. Únicamente las pequeñas zonas de césped serán regadas con el sistema de riego por aspersión, con difusores o aspersores emergentes, aunque en este sentido se podría investigar con otros sistemas como los tubos exudantes, que hasta la fecha han dado unos bajos resultados.
4. Técnicas reductoras de la demanda hídrica. El mulching.
Las prácticas de mantenimiento inadecuadas pueden fomentar una mayor demanda hídrica, y unos comportamientos fenológicos no deseados, que obligarán a riegos suplementarios y darán al jardín un aspecto diferente al pretendido. Una de las técnicas que más auge ha tomado en los últimos años, explotada primero en la horticultura, es el empleo del mulching o acolchado del suelo.
El mulch es una técnica que utiliza materiales orgánicos e inorgánicos para reducir la evaporación del suelo, preservar sus características de textura y composición, y eliminar gran parte de las malas hierbas. Además el atractivo de algunos de los materiales empleados los ha hecho un sustitutivo estupendo de las cobertoras vegetales cespitosas, no demandando una gota de agua, y permitiendo bellos contrastes con las semiarbustivas o rastreras, que crezcan sobre ellos.
Los acolchados más extendidos en xerojardinería son de material orgánico, a base de paja o corteza de pino (que además compensa relativamente la basicidad del pH del suelo) en capas de 8-10 cm. de espesor. También pueden emplearse acolchados a base de acículas de pino, restos de poda, carbón vegetal (que eleva la temperatura del suelo), cáscara de arroz…
Pero también pueden emplearse mulchs inorgánicos, más duraderos y con indudable valor ornamental, que además no añaden nutrientes al suelo, ni se descomponen. Algunos de ellos son las arcillas expandidas, la lana de roca, la bentonita y las pizarras.
Existe una nueva modalidad de acolchado con materiales duros («stonemulch») como guijarros, gravas, ligados compositivamente a la tradición jardinera de China
Otras técnicas más tradicionales, imprescindibles para atenuar la demanda hídrica se enuncian en los puntos siguientes:
– Se deben eliminar las posibles «malas hierbas» que aparezcan a lo largo de las estaciones de crecimiento vegetativo pues, gracias a su vigor y a su menor exigencia en nutrientes, competirán con las plantas del jardín por el agua con mayor eficacia.
– Se evitarán las podas drásticas, desaconsejables casi siempre, ya que, aunque se reduzca la superficie de transpiración, la eliminación de material vegetal provocará la aparición de nuevos brotes requiriendo así mayores necesidades hídricas.
– Se debe abonar con prudencia en las épocas más calurosas, especialmente en lo que se refiere al nitrógeno, pues como ya se apuntó al hablar sobre los céspedes, estimula el crecimiento y los requerimientos de agua..
– En el caso de existir vientos dominantes, que pueden provocar un aumento de la evotranspiración, pueden emplearse pantallas vegetales, nunca pantallas opacas (producen arremolinamientos), para atenuar esta incidencia.
Epílogo: obstáculos actuales para la xerojardinería.
Si en el futuro van a ser los propios ciudadanos quiénes deban apreciar los parques mantenidos o implantados con bajo consumo de agua; o los que mantengan su propio xerojardín; se necesita de ellos pensamiento crítico. Desafortunadamente la creación de una concienciación pública sobre recursos hídricos y temas de conservación medioambiental es un proceso a largo plazo que precisa de la formación de los usuarios y de sus agentes consultores en temas de jardinería y arquitectura del paisaje: diseñadores, paisajistas, jardineros, departamentos municipales de parques y jardines, empresas…
Y el modelo de jardinería centroeuropea, que utiliza el césped como base, sigue pesando mucho en el usuario, y en el tipo de plantas y de jardín que se demandan. Esta importación, durante años y años, de modelos, muy bellos, pero que no son válidos en el 80 % de Éspaña, ni técnica ni culturalmente, han llevado a una pérdidad de identidad y de personalidad en nuestros jardines.
Por otra parte, los intereses de algunas empresas constructoras, de mantenimiento, o suministradoras de maquinaria y productos fitosanitarios no pasan por plantear alternativas que restarían, piensan, parte de los beneficios generados indirectamente por la sobreabundancia de césped. Además la cualificación de nuestros jardineros, y su conocimiento de un buen número de plantas es cada vez menor; los viveristas no pueden diversificar su oferta por no ser rentable; y el ciudadano tiene dificultad en encontrar plantas alternativas a las empleadas machaconamente. Finalmente las administraciones llevan a cabo una política meramente cuantitativa (tantos parques inaugurados, tanta superficie ajardinada). Todos estos factores inciden en el desarrollo de una jardinería mecanizada que da siempre las misma respuesta a todas las preguntas, y que el ciudadano, que solo conoce lo que ve por todos lados, da por buena.Insistimos en que corresponde a los profesionales del sector ofrecer alternativas que saquen a la jardinería de ese círculo vicioso.
La jardinería tradicional en nuestro país; los patios, los cármenes, las acequias, las terrazas…debe ser una fuente de inspiración para implantar jardines más ecológicos, con bajo consumo de agua. Si nos corresponde el jardín del riego ya que no tenemos el jardín de la lluvia (manifiesto de la Alhambra), hagámoslo de forma racional, adaptándolo al medio físico, y manejando ideas o técnicas, vengan de donde vengan, compatibles con la realidad edafoclimática de cada zona.
Javier del Peral